“DEL MISMO ASTAJE, PELAJE
Y DENTAJE QUE LOS DUENDES.”
De entrada, el apelativo
artístico es original, -ellos también- ya que es un acrónimo de sus respectivos
nombres personales. Javier, Álvaro, Pedro, Eduardo y la X para cerrar el nombre con más sonoridad, o
para hacerlo más inglés, o por el incierto futuro que les deparaba la música, o
por las dudas existenciales que, suponemos tendrían, o porque al fin y al cabo
-lo quisiéramos o no- nos empataron.
O porque más tarde, se unió al conjunto un cantante, y éste podría ser su X particular, y así con él, redondear
al fin el grupo, y seguro que Javier
Angulo (1) nunca pudo ni imaginar,
que sería él, sólo él, quien llenaría la dichosa y enigmática X, matizando las recias costumbres de estos cuatro célibes -entonces- y esta X, pasaría a tener justificada presencia y sonoridad.
Estos cuatro novillos,
pertenecían a la prestigiosa ganadería fundada por Duendes, entre los años
1961-62, que pastaba en la taurina Dehesa del Tenis Club, (2) -trasera de Los Caídos- con divisa “Verde y Oro” (Verde por el drapeau (3)
de Iruña, y Oro porque eran unos
solteros de... ¡Oro!
Pero esto no es una Capea. Estos novillos fueron Añojos, y más tarde Erales -ya que sólo
sobrevivieron dos años- pero tenían encaste
suficiente, y la bravura les salía por todos sus poros, por eso alguna vez,
les tocó salir al ruedo como Utreros.
Hogaño, ya son toros-toros, muy bien presentados y ahormados, pero sabed que
antaño, dieron juego, guerra y placer a partes iguales, teniendo que pelear con
la familia, con los duendes, con sus
novias, con las tiendas de música, con los otros conjuntos y, con algunos
toreros de salón. No es un encaste Domecq - Jandilla, pero... ¡Es el nuestro!
Otrosí, les tocó torear en plazas
imposibles, en otras peculiares y, aún en otras más familiares y cercanas, de
donde salieron airosos, salvos y sanos aunque, con variados y largos puyazos,
sufridos sobre sus lomos-espaldas. Los Japex corresponden a la segunda camada
de la ganadería del Tenis Club, que nos traería una música más joven, más
moderna y marchosa. En todo caso, dos bravos conjuntos-grupos de la música
pop-rock navarra, muy distintos, muy diferentes pero, convergentes.
Les picaron en la arena, de algún hoy ya lejano Festival Musical, pero
supieron con arte, con mimo y decisión, fijar una pica en
Flandes y otra en el Aitor. (4) En ocasiones, tuvieron a la solanera un
tanto revolucionada, pero supieron, como artistas del capote, la capa y la
espada, lidiarla y buscar el silencio, la comprensión
y el apoyo de sombra.
Y, hablando de comprensión y
entendimiento, me vienen a la mente los comentarios que tanto Scoti como Javier Taberna y algunos más
han realizado, cada uno en su momento, contando que, en aquellas actuaciones
comunes, existían muchos picadillos entre los grupos de música. Es cierto, sin
embargo, con el tiempo y una escoba, todo eso se ha olvidado y, en cuanto hoy
en día, nos encontramos de nuevo, en cualquier lugar del mundo, los fuertes
apretones de manos, los efusivos saludos, y los eternos abrazos, suelen ser
antológicos. Prueba.
En el CD “30 años después” de Condes (1997), en la canción “Comprensión”, (5) la batería fue grabada por
Javier Taberna de Japex, y en las restantes canciones del CD, intervienen
compañeros de Junior’s, de Jafans, de este y aquél... Pero, sigamos con
nuestros Japex, que ahora son los únicos protagonistas.
También aguantaron banderillas
variadas que, con finos vinos de manzanilla y jerez, libarían a sorbos, entre
las sonrisas y lágrimas consiguientes a cada gala. Pinchazos y estocadas -algunas enrevesadas- recibieron y
soportaron, en largas y arduas faenas, durante
los sangrantes festejos taurinos-musicales en los que participaron, y que
luego, comentarían con los componentes de su cuadrilla-conjunto y con los
compañeros de Terna y Taula, que en aquellos osados años, solían
ser, especialmente, los grupos Breks y Condes.
Girarían en grandes cosos e
importantes plazas: El Teatro Gayarre, Cine Aitor, Club de Tenis, y ante
multitud de muchachas, en los diferentes Colegios de Monjas, donde salieron
casi siempre a hombros, aunque ellos hubieran preferido salir con... ¡Ellas!
Nunca pidieron su descabello -su cabello era corto- y
cuando cambiaron de tercio, lo
hicieron a petición propia, y así, ilesos, pudieron dirigirse a sus
corrales-casas, con la cabeza alta y las orejas en su sitio y, cuando se
despidieron en los toriles-camerinos de los compañeros de ruedo, arena y
corcheas, la armonía reinante fue así como solía, muy superior a la armonía, propiamente musical.
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