Outsiders: Los Brujos

 VII

OUTSIDERS

LOS BRUJOS


CHICAS DE AYER

                                                                                                                 OUTSIDERS

            Las todavía poco usadas calles del barrio, vestían de fiesta mayor, repletas de un gentío que vagaba sin rumbo y sin prisa, pudiendo encontrarse uno con la algarada, (en algunas calles) la algarabía, (en otras) y el estruendo constante y estridente, (en todas) que cubría de ¡cabo a rabo! la zona por donde hoy se ubica el Supermercado Eroski, (antes Plaza de las Pirámides) en el conocido Barrio conflictivo, que de este manera lo bautizara -con acierto y retranca revolucionaria- el grupo de rock local Barricada. (1) (Precisamente en estos días, noviembre de 2013, se están despidiendo de su público y de todos nosotros) Esperamos que inicien, solos o acompañados, otra larga travesía. 

 Nos estamos refiriendo al Barrio de la Txantrea, -cabe el Chantre- (2) que hoy lo sentimos un tanto domesticado, mas aburguesado y aquietado que nunca. Se nos ha vuelto gris, (seguramente por contagio) como el color del uniforme, de aquellos que tomaban al barrio, con harta frecuencia para, porra en mano, saludar o acariciar, al simpático personal local... 

Pero fue un poco antes, cuando se nos injertó en vena el amor libre, y comenzaron a brotar aquellos floreados tiempos, donde las rosas blancas, junto a los claveles rojos, llenaron el mundo de amor. “And whit the flowers in your hair...   

Estamos justo en el mes de las flores. Los tiestos, las macetas lucen en las humildes ventanas de las casas, que ellos mismos levantaran, en un especialísimo Auzolan, con sus fuertes y callosas manos. Trabajadores arribados desde todos los rincones, huyendo no de su tierra, ni de sus pueblos, sino de la pobreza y la miseria. ¡No confundir...! 

Eran ya los setenta, pero seguía el sonido eléctrico y juvenil de la década anterior, y la prolongación de una forma de ver y escuchar, la música distorsionada de aquellas tímidas notas, de los primeros y pioneros grupos locales. Tan es así, que allí mismo, estaba actuando, una de las últimas formaciones de Anakos, contratados para zarandear en vivo y en directo, los cuerpos juveniles, en aquellas fiestas. 

TOMA I. ¡ACCIÓN!         Hasta Mayo no te quites el sayo” 

No, ella no vestía saya alguna, mas bien, un vestido frágil y dúctil que, someramente, ocultaba unas piernas que sostenían un cuerpo joven y bello y, donde a su pelo blonde, el viento oreaba y el impulso de sus movimientos dejaba vislumbrar, un ahora si, ahora no, la hermosura de sus largas y finas piernas, que fueron las que me dejaron, ¡quieto parao! hasta conseguir que sus precisos ojos y su bella y buena vista, se fijaran en este, ya por entonces, joven garañón con maneras. 

  Quizá hubiera necesitado al recela (3) correspondiente, pero creí que, en esta ocasión, podría yo solo con la presa. ¿Difícil? Sí. No fue fácil, pero al cabo de media hora ya sabía su nombre, su apellido, donde moraba, de donde era y a qué dedicaba el tiempo libre...

       De sus medidas y su edad, nadie me informó. Estaban a la vista. Era dispersa, volátil y tersa, como un ángel en femenino, en peligro inminente y con una sonrisa larga y brillante, como los pliegues de su vestido, que le sentaban tan bien como su pañuelo de seda, que ondeaba al céfiro de la tarde, y al albur de sus largos y finos dedos, que parecían sólidos como los de una pianista ya bregada, y bragada supuse.     

No voy a soltar prenda, -la presa no tuve mas remedio- solo ceñirme al guión de este sencillo relato, de un baile en una txantreana tarde, en un mes de mayo, con una bella sierpe, con pañuelo de seda al viento, y unos celos infundados de su joven y apuesto prometido... ¿Al menos, habría hecho bien mi papel de recela

El Barrio conflictivo, aquella tarde-noche, al menos y durante unas cuantas horas, fue para mi, el barrio divertido, con bellas palabras de amor susurradas a su virginal oído, mientras acompasábamos nuestros cuerpos al suave ritmo de “Sonámbulo”, un tema lento de los Shadows, que estos Anakos, intentaban dibujar, con los finos hilos de unas cuerdas de guitarras melifluas, delgadas y cortantes. 

“Yo pienso que tú

   nunca me quisiste a mí.

 Si lo que pienso es verdad

   jamás debes vivir, tú en mi”

                          TOMA II. ¡ACCIÓN!               “Tiempo perdido” (4)

 Entre aquel inmenso follón verbenero-jaranero, no estoy nada seguro, que ella habría entendido bien estas hermosas palabras de amor perdedor, (pronunciadas suavemente) pero os aseguro, que yo sentía cerca, su fino y delgado cuerpo, a través de su vestido. 

 -¿Sabes? Te conozco. Me espetó, a la par que apartaba el pañuelo de su cara. 

-¿Sí? No me lo creo... mientras le sonreía incrédulo. 

- Es que mi novio toca en un conjunto de aquí, de la Txantrea, y te conoce mucho... 

Adiós a las sorpresas y a las medias verdades. No podía decirle que era del Tenis, ni hijo de papá pero, seguí adelante con mi intención, y me hice directamente, el sueco

- Está terminando el baile de la tarde. Si quieres te acompaño a tu casa. Supongo que vives por aquí cerca

- ¡Lo siento! Me están esperando mis hermanas, para volver a casa todas juntas. Otro día será, cortó simpática. 

- Vale. Pero al menos déjame el pañuelo de prenda, y el próximo día que nos veamos te lo devuelvo. ¿De acuerdo? 

- ¡Bueno! “Y sin darme tiempo a más...” se me escurrió de las manos, y salió volando hacia poniente, despacio, femenina, inconsciente. Sin duda era un ángel rubio...

       Me anudé el pañuelo al cuello, que siendo tan grande lo utilicé de fular y de chal, y, con la sonrisa socarrona de mi compadre y compañero Pedro Zabalza, (el bajista) montamos en su Escarabajo, (Volkswagen) y nos dirigimos directamente a la parte vieja de la ciudad, a darnos un garbeo y embriagarnos en alcohol, y marearme con el perfume del pañuelo alrededor de mi cuello, no soltándolo en toda la noche. 

Efectivamente, en el Fusca (5) de Pedro Zabalza (Condes), de estrecho cubículo y diminutas lunetas, el beso que yo le enviaba a la serpiente rubia, no podía respirar en aquel asfixiante espacio. Al darme cuenta de ello, y para que no se pudriera allí dentro, abrí la ventanilla y lo lancé al aire, como hacen los toreros sus brindis con la montera, dirigida hacia los tendidos. 

Nunca supe si ella tuvo algún dilema o deshojó margaritas varias, aunque me temo que no, porque nuestro recorrido fue corto y no hubo dividendos. Sin contar que acertó de pleno en su elección. Conmigo el largometraje de su vida, hubiera sido, sin duda alguna, cortometraje. ¡Ah, no le quite el sayo, ni la saya! 

TOMA III. ¡ACCIÓN!          “Devuélveme el pañuelo de...” 

- ¡Dígame!

- Ahora mismo le aviso. Le escuché decir a mi telefonista personal. (La madre)

- ¿Sí? ¿Quién eres?

- Soy amigo de tu hermano. Toco el bajo en su grupo.

 

- Ya. Pero él no está. ¿Quieres que le de algún recado?

- No. Sólo quería hablar contigo...

- ¡Ah...! ¿Qué quieres?

- Bueno... que me devuelvas el pañuelo.

 

- ¿El pañuelo? ¿Qué pañuelo? Si te lo ha levantado mi hermano, pídeselo a él.

- Lo tienes tú. Se lo quitaste a mi chavala, el sábado en el baile de la Txantrea.

- ¿Ah, sí? Perdona. Ignoraba que era tu novia. Se lo doy a mi hermano, y que te lo devuelva. ¿Vale?

 

- Si no te importa, prefiero que me lo devuelvas tú.

- De acuerdo. Y lo siento. No sabía que...

- No. No pasa nada. Pasaré por vuestra casa. ¿Puedo ahora mismo?

- Por supuesto. Cuando quieras. Aquí estaré hasta después de comer...

 

- ¡Madre! ¿Has visto por aquí un pañuelo grande de seda floreado?

- ¡Sí! Lo he guardado en un cajón de tu armario... ¿Por cierto, de quién es?       

No hubo respuesta a esta última pregunta; ni guerra, ni duelo con el celoso novio -y fogoso, supongo- ni tan siquiera una investigación detectivesca o policial. Tampoco ningún cotilleo local, provincial o televisivo. No queremos citar los nombres de los protagonistas, aunque podéis seguir su pista, ejerciendo de detectives anónimos. 

¿Dónde perdí mi embrujo?

¡PISTAS! 

[Ella, proviene de un pueblo con nombre de serpiente, (en vasco, claro) que se esfumó inmaculada y sibilina, como había acudido al baile. El, quedó como un caballero andante, aunque en adelante, tuvo mucho más cuidado con sus ausencias y presencias, y supo, que debía defender a capa y espada, su buen nombre y su apellido que, suponemos, deviene de algún ilustre caballero de nombre Álvaro, y de una localidad, donde él nació de... ¡milagro!] 

De cualquier forma, este gran y perenne amor acabó bien. Fue y sigue siendo, “El amor brujo” del que nunca Falla... (Leer más...)


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