Modernos: Los Sioux, Los Átomos

V

MODERNOS

LOS SIOUX

LOS ÁTOMOS


¡LARGA NOCHE EN ERROTAZAR¡                                                      

                                                                                                                   MODERNOS

        Habíamos llegado inconscientemente, a mediados de los sesenta. El año iba ya muy avanzado -en su cuarto trimestre- y por desgracia para mí, aquel día tocó en viernes, cercanas las próximas fiestas Navideñas, que nos llegaban lluviosas y nevosas. Mis compañeros de viaje -poco más de dos meses llevábamos juntos-, con su experiencia y seguridad en estos menesteres músico-vocales, habían organizado el transporte de instrumentos con Osés, natural de Gallipienzo Viejo, (1) que se dedicaba a realizar pequeños trabajos de reparto para los Hnos. Sánchez, los cuales regentaban la agencia de Transportes España, allá en la calle Olite, en el segundo ensanche de la ciudad, y este Javier Osés, se había comprometido a llevar puntualmente, el equipo de sonido para las voces, los tres amplificadores para las dos guitarras y el bajo, además de la batería. Luces se usarían las del Salón de Actos de los PP Capuchinos. ¡A las seis y media, todo dios en Errotazar! Ordenó con descaro y vozarrón, “el sargento frustrado”.

 Os quería contar, que a eso de las seis, mi cuerpo y yo, nos hallábamos varados junto al cruce de Irubide, (2) en la Txantrea que, si hubiesen contabilizado al río que me mira, lo habrían llamado Laubide, pero a los ríos no se les suele contar como caminos, aunque sí como vías; vías fluviales los llaman. Como os relataba, me encontraba allí ¡donde se juntan estos caminos!, para tomar uno de los tres que se me planteaban, y elegí el de los Alemanes, que de este modo reconocíamos al estrecho y largo recorrido, que desde Irubide va sorteando el río, sin verlo, porque se lo impide (impedía), una tapia de piedra erosionada por el tiempo, las lluvias y la cercanía del Arga y, de esta manera, iniciamos el estrecho recorrido el body mío y yo mismo, siguiendo los caprichos del Runa, (3) que circunda lentamente, con cierto desdén, el meandro de Aranzadi (4) y, justo entonces, recordé lo que me había comentado, Miguel Martín Gaztelu, (de Berriosuso-Berriogoiti) (5) cuando le pregunté sobre el asunto

 “Pues has de saber que le llamamos así, paseo o camino de los alemanes, porque según contaba mi padre, un invierno, por los años de mi nacimiento, (1915 y s.s.) aparecieron por aquí unos alemanes, que parece ser venían de perder una guerra africana y, en pleno invierno, cuentan que se bañaban y además que nadaban muy bien, llegando en ocasiones, a romper el hielo para tirarse de cabeza y zambullirse entre las heladas aguas”.

 Oscurecía, cuando mis dos pesadas piernas, pisaban el sucio asfalto, con gravedad, mesura y silencio. ¿Sería por el lugar tan estrecho, tan sombrío, tan lúgubre, tan húmedo, tan solitario que, cuando me arrimaba a la fresca y erosionada piedra de mi izquierda, la sentía cercana y lejana a la vez, como siento los desprecios?

 Creo recordar que llegué puntual a la cita, cuando arribaba la furgoneta de Osés, con los equipos musicales. El Sr. “road-manager”, de alias infinitos, ya se bajaba de la furgo, y estos fueron sus estentóreos y únicos saludos. ¡Todo cristo a descargar!

 Conocía perfectamente este Cine San Pedro en Errotazar, (6) ya que desde los quince años, solía acudir con Lorenzo Ostiz, y otras veces yo, mi, me, conmigo, domingo tras domingo, por tan sólo; ¡una peseta! Sesiones a las; 16:00, 18:00 y 20:00 horas. (Leer más...)


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