Mods: Los Duendes

IV

MODS 

LOS DUENDES





¡CACHORROS!                                                                                             

                                 “No os toméis la vida demasiado en serio,

                                                         de todas formas no saldréis vivos de ella”

 

                                                                                                                                                                                                MODS    

         Domingo. Por la mañana, nos despiertan las campanas. No tenemos parroquia, sí capellán, sí feligreses que llenan la estrecha y recogida capilla de las Monjas Carmelitas Descalzas, enclaustradas en un convento de la carretera de Estella, a su paso por la localidad de Etxabakoitz.

 Monaguillo fui sin mucho brillo y sin abrigo pero, ¡cómo me gustaban el incienso y la campanilla! y, al terminar la misa, en corto pantalón, raudo y veloz me dirigía -en mis correrías infantiles- hacia la casa-mansión, empresa de serrería, garaje, jardín con fresas y domicilio de los Puig. Lo que hoy llamaríamos una gran superficie, donde encontrabas de todo, inclusive cariño por parte de toda la family, y especialmente de Javier, nuestro coetáneo en esa familia.

 Otros domingos sin celebrar, sin olisquear las comidas, que a mi olfato llegaban desde Casa Etxaniz, allí junto al río Al revés, (1) el cual sigue un recorrido húmedo, resbaladizo y cultural, -tres universidades moja el muy tuno- sin darse cuenta que ahí, justo a un lado, ha dejado el Paraíso Terrenal, siempre “Opus et Amore” y al otro, el Celestial, que ni con dos GPS se acaba de encontrar. Inaccesible para los mortales como nosotros, pero tú, que zigzagueas como una hábil y ligera sierpe, podrías sin dificultad cambiar de rumbo, con un deslizamiento o corrimiento a la derecha, por supuesto.

 Serrería Puig rezaba, ¿en verde? a lo largo de una gran red protectora, que rodeaba todo el perímetro de esta serrería y, para mi, más grande que todo Etxabakoitz. (2)

- ¿Hace una carrera hasta Zizur? propuso el pequeño de los Puig.

-  ¡Vale! Todos.

Bicicletas variopintas, desde las llamadas de media carrera, (3) hasta las de chica sin barra central, pasando por desvencijadas máquinas con dos ruedas que parecían bicis, complementadas con todo tipo de apaños y piezas de un modelo, de otro o, de ninguno. El padre te preparaba y arreglaba lo que fuera, y aún así... ¡andaban¡ Cuesta arriba, cuesta abajo, siempre con caídas que nos costaban la bici, las rodillas, los codos, los faros, los radios, muchas veces la crisma y, en cierta ocasión...

 - ¡Girad a la izquierda! ¡Vamos a robar manzanas! gritó-ordenó a toda leche el Javier

Puig, y ¡hala! todos detrás de él -entonces era el líder de la cuadrilla- hasta perder la verticalidad, la bicicleta y las manzanas, que se desparramaron por el asfalto. (Seguir leyendo...)


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