¡EN BUSCA DEL “OASIS” PERDIDO!
¡Sorpresa!
Les gustaba así, lo inesperado; inesperado y
grato. En principio no tenían claro si les habían citado en El
Ruedo o en El
Burladero. De cualquier modo,
venían del bar La Navarra, sito en
la cercana calle Amaya, desde donde, luego de probar unas riquísimas tortillas
de patatas, especialidad de la casa, partieron caminando hasta la zona del coso
taurino pamplonés. Estos dos detectives aficionados, iban a entrevistar a un
publicista-artista llamado Carlos
Ciganda, el cual, en esta ocasión, estaba asistido por una guapa chica
riojana llamada Elena. Apenas arribar al local de la cita, fueron iniciados en
la siguiente ocupación. Una metódica degustación de gambas súper frescas.
A Eduardo Aguerri, le resultaba más
que difícil sujetar la copa de vino balón
con una mano, y la carpeta de los apuntes en la otra y por tanto, de momento, se
dedicó a poner cara de incomodidad circunstancial. El anfitrión, con dedos
libres, se entretenía catando los rosados crustáceos que, cómo por encanto,
iban apareciendo y desapareciendo, a la misma velocidad que el barman los
depositaba en la barra del local. Esta operación de degustar gambas, es
sumamente sencilla, hacerlo resulta muy fácil y se ejecuta del modo que aquí se
explica: coged una unidad, pasad la lengua por el lomo, decapitad al crustáceo (con
finísimos bigotes incluidos), sorbed el interior, desechad el caparazón, morded
la txitxi blanca y, a repetir…
repetir...
El iris observador de nuestro
magnetófono grabador, en tanto, contemplaba hacer esto a la alta morena,
secundada por el canalla de su socio,
el otro medio escritor, convertido “comme d`habitude” en un Don Juan. El primer impacto visual que
produjo Carlos Ciganda en Eduardo, fue que esa cara le sonaba; tal vez de
antiguas noches en el Tío Enrique, un antro musical de la extinta movida pamplonesa, en los años
ochenta. Una vez presentados todos por el cantante que, lógicamente, tenía
relación con Carlos, y había concertado la cita, el entrevistado se puso a
desenvolver un cuadro recordatorio, donde aparecía enmarcada una fotografía en
blanco y negro, que al principio (por la pose), daba la impresión de que eran
los archifamosos, Iruñako. (Seguir leyendo...)
Comentarios
Publicar un comentario